Los Archivos del FBI (Doblado)

A las nueve y treinta de la mañana del 30 de enero de 1997, la policía de Richmond, Virginia, respondió a un reporte de disparos en un banco local. Dos hombres con máscaras portaban armas de guerra automáticas y abrieron fuego sobre los oficiales que respondieron a la llamada y escaparon a pie, evadiendo a los oficiales al rato. El FBI pronto respondió, solo para encontrarse con un cajero fallecido, otro herido, y al guardia de seguridad con cuatro heridas de bala, pero aún con vida. Los equipos forenses y los investigadores recolectaron evidencia dentro y alrededor del banco, además de intentar resolver el crimen partiendo de videos de vigilancia, ya que los clientes que estaban adentro no pudieron proveer información. Una vez que los hombres fueron identificados, las autoridades, ayudadas por un equipo SWAT, tenían que aprehender a los criminales antes de que atacaran de nuevo.

Un hombre es encontrado sofocado en su casa de Pennsylvania, y su chequera, tarjetas de crédito y su vehículo parecían haber sido robados. Las huellas dactilares de la víctima dieron con la identidad de un hombre que se había fugado recientemente de una prisión de mínima seguridad, así como su novia. Los investigadores reportaron las tarjetas de crédito del fallecido y fueron alertados al detectar su uso en Dakota del Norte. El FBI fue contactado, y se llamó a otra fuerza de tareas que ya había sido constituida debido a un presunto secuestro. Las autoridades rastrearon a los usuarios de la tarjeta robada en varias locaciones en estados del oeste, que con el tiempo, llegaron peligrosamente cerca de la frontera con México. Una persecución para evitar que los criminales fueran salieran del país terminó con los dos asesinos bajo custodia.

En Wisconsin, un atleta universitario fue vendado de los ojos, amordazado y arrojado dentro de una camioneta por un hombre armado. Los secuestradores contactaron a la familia de la víctima y exigieron treinta mil dólares de rescate, pero no les dieron instrucciones de cómo se haría la entrega. La policía fue contactada, y los criminales le dijeron a la familia que le habían disparado y que lo matarían si no recibían su dinero. Después de acordar un punto de entrega, los agentes del FBI se acercaron a la camioneta de los secuestradores, solo para verlos huir y ser perseguidos de inmediato por las autoridades. La banda arrojó el cuerpo del joven en una venta de autos usados antes de ser arrestados. Desafortunadamente, para la víctima, quien no sobrevivió a la dura experiencia, había sido confundida por un grupo que poseía deudas por drogas, quienes pensaban que el atleta estaba involucrado en las mismas actividades ilegales.

En 1991, la Fuerza de Tareas de las Calles Seguras, una organización conjunta entre el FBI y el Departamento de la Policía Metropolitana de Washington D.C., comenzó a conducir una investigación de las actividades violentas de una banda local llamada “La patrulla de la calle K”, cuyos integrantes se sospechaba que estaban involucrados en varios homicidios ocurridos en el sector. El FBI se acercó a varias personas con la esperanza de convencerlos de que testificaran en contra de los miembros de la banda, pero durante la investigación, siete testigos potenciales fueron asesinados. En 1996, una testigo que regresaba al vecindario para ir a una fiesta es asesinada a solo una semana de que testificara contra la banda, por lo que El FBI tuvo que trabajar con diligencia para construir un caso en contra de un grupo que no solo tenía aterrorizada a la comunidad hasta el punto de no hablar, sino que también perseguiría a cualquiera que ayudara a las autoridades para matarlo.

En junio del 2000, dos hombres armados robaron un banco en Seattle, Washington, y huyeron a pie mientras varios oficiales los perseguían. Uno de los pistoleros fue baleado en un tiroteo con la policía; el otro escapa después de asaltar a una familia y usar su casa como escondite. La familia ayudó a los agentes del FBI a identificar al individuo, de quien se sospechaba era autor de varios otros robos. Los equipos SWAT en Seattle, en conjunto con el FBI, revisaron la casa de la madre del asaltante y encontraron municiones que coincidieron con la utilizada en el robo del banco; además, los agentes incautaron varios documentos del sujeto que no solo lo relacionaban con una red criminal internacional, sino que también les proveyó a los investigadores de información con registros de internet que los condujo a creer que a pesar de que podía estar residiendo en la casa de su madre en Montego Bay, era más probable que siguiera en Seattle. Después de esconderse durante siete meses, el individuo se entregó al FBI y fue sentenciado a veintitrés años en prisión por asalto y robo.

Un gerente de un banco en California entró en pánico y llamó al FBI después de que la puerta de su bóveda no se abría. Después de una inspección, los agentes se dieron cuenta de que una explosión había ocurrido desde el techo y más de dos millones de dólares en objetos de valor habían sido sustraídos. Al no encontrar pistas de los ladrones ni de su paradero en California, los detalles del crimen fueron enviados a otras oficinas de campo del FBI. No pasó mucho tiempo antes de que los agentes en Ohio que investigaban el robo a la bóveda de un banco se dieran cuenta de que este era demasiado similar al sucedido en California. Los investigadores determinaron que varios hombres eran los responsables del asalto, y al ubicar la casa de uno de los amigos de los individuos, intentan usarlo como carnada para atraer a los criminales. El sujeto también los guió hasta la casa de uno de los ladrones, donde los agentes descubrieron huellas dactilares y pudieron vincular al responsable de los robos. Con el tiempo, los agentes ubicaron y arrestaron a los cuatro ladrones evasivos, e incluso encontraron grandes sumas de dinero escondidas por los perpetradores.

Un oficial de la policía estatal muere de varios disparos después de detener una camioneta por una infracción de tránsito. Varios oficiales de policía aprehendieron al tirador luego de una persecución por carretera y un tiroteo, y poco después, la agencia de alcohol, tabaco y armas de fuego, la ATF, es alertada cuando se encontraron armas y explosivos dentro del vehículo. Una serie de pruebas exhaustivas revelaron que una de las armas había sido usada en un homicidio varios meses antes. La ATF rastreó algunas de las armas a través de las compras hechas por otro sujeto a un vendedor. Incluso, las marcas de un silenciador coincidieron con el arma de un tercer individuo que había sido arrestado por robar un camión. Los agentes supieron que todos los hombres eran miembros del CSA, un grupo paramilitar racista antisemita con más de cien miembros que vivían en un campamento fortificado con miles de armas almacenadas. Los agentes descubrieron una serie de robos y asesinatos que podían ser vinculados a la organización peligrosa. El FBI y la ATF rodearon el campamento, pero los integrantes se resistieron por varios días. Al final, el asedio terminó y los agentes capturaron a los criminales.

Una profesora en Washington D.C. es asesinada de disparos mientras intentaba subirse a su auto y su cuerpo queda en el estacionamiento mientras el homicida escapa con él. Una semana más tarde, un hombre roba un banco y las cámaras de seguridad capturan la imagen del vehículo que usó, el cual le pertenecía a la profesora asesinada. El FBI creyó que se trataba de la misma persona. Días más tarde, el conductor se enfrenta con la policía en un tiroteo y logra escapar, y el auto es hallado posteriormente con el interior cubierto del pigmento rojo del dinero robado. Un año más tarde, un hombre es asesinado de varios disparos y su auto también es robado. Cuando otro robo a un banco ocurre al día siguiente, los investigadores llegan a la conclusión de que el individuo seguía el mismo patrón: robaba un vehículo y luego lo usaba para cometer sus crímenes. Tiempo después, las autoridades encuentran al individuo y lo persiguen hasta un callejón sin salida, donde al final lo arrestan. El criminal, en la actualidad, está cumpliendo cinco cadenas perpetuas, además de cien años adicionales por uso ilegal de armas de fuego.

La mañana del 23 de noviembre de 1987, prisioneros de nacionalidad cubana en la Prisión Federal de Atlanta comenzaron a provocar incendios al detonar armas caseras, y robaron esposas y radios de los empleados de la prisión. Durante los disturbios, uno de ellos persiguió a un custodio a través del patio, amenazándolo con cortarle su garganta, hasta que uno de los vigilantes en la torre lo mata de un disparo. Para las 10:50, el grupo tenía controladas casi todas las estructuras principales. La policía local y estatal, los equipos de rescate y los bomberos, junto con agentes del FBI en Atlanta, se dirigieron rápidamente a la prisión, y varios oficiales son despachados a la puerta este, donde varios de los prisioneros y detenidos se estaban entregando a las autoridades. Los interrogatorios inmediatos revelaron que había setenta y nueve rehenes en la capilla y en los dormitorios de los estadounidenses. Más tarde, las fuerzas Delta del ejército fueron contactadas y empezaron a reunir información acerca de las identidades y del movimiento de rehenes. A través de cámaras de circuito cerrado con detectores de movimientos y alarmas, las autoridades observaron a los internos fabricando armas en cantidades alarmantes. El FBI tendría que negociar con los prisioneros para poner fin a la toma de rehenes lo más rápido y pacíficamente posible.

En la primavera de 1997, un asesino cuyas presas eran personas mayores, aterrorizó a los habitantes de River Parish en el sur de Luisiana. Para mayo, la policía local y el FBI en Nueva Orleans estaban estudiando una conexión entre el homicidio de una viuda de setenta y un años en abril y el asesinato de una pareja jubilada en mayo. Un mes más tarde, las autoridades enviaron información a la Unidad de Ciencias del Comportamiento del FBI en Quantico, Virginia, esperando que un perfil los ayudara a reducir el número de posibles sospechosos. En julio, otra pareja sobrevive a un ataque violento. Al igual que las otras víctimas, fueron robados, golpeados, baleados, y abandonados para que murieran, pero su descripción de los asaltantes ayudó a los investigadores en lo que se denominó “Los asesinatos de la Airline Highway (ruta 61)”. Para septiembre, los agentes del FBI que trabajaban en el caso relacionaron los asesinatos, lo que aumentó el número de cuerpos a cinco dentro del caso. Cuando el trabajador de un casino llamó y dio el nombre de un posible sospechoso, las autoridades ya estaban investigando a un mecánico local con problemas de apuestas y conexiones con varias de las víctimas, y lo arrestan en noviembre de 1997 junto con su novia. Después de varias horas de interrogatorio, confesó los seis asesinatos.

El 12 de diciembre de 1998, dos personas armadas secuestraron a tres bedeles que iban a hacer la limpieza en el almacén de cajeros automáticos de un banco en Las Vegas y los mantuvieron de rehenes después de ingresar a la instalación y esperar al camión blindado que recogía los fondos. Cuando los guardias entraron al banco, los asaltantes los sorprendieron y le dispararon a uno en el pecho, para luego huir con más de un millón de dólares, el robo más grande en la historia de Las Vegas. Poco después, los agentes del FBI y la policía encontraron el camión en un vecindario cercano y revisaron el área. Luego de registrar el apartamento de una mujer que fue vista gastando grandes sumas de dinero, los investigadores encontraron una de las cajas fuertes robadas e interrogan al novio, quien les dice que cree que su hermano está tras el robo con otro individuo. Con la captura del cómplice, el sospechoso huyó, pero las autoridades no tardaron en atraparlo. Sin embargo, antes de su condena, se suicida.

En Henderson, Nevada, un suburbio de Las Vegas, dos ladrones que portaban rifles de asalto emboscaron y asesinaron a dos guardias armados mientras salían con un camión en marzo de 2000 y robaron miles de dólares. Mientras los asesinos corrían hacia un auto, un policía les disparó e hirió a uno en la pierna. Después de una persecución, los bandidos escaparon, pero la policía recolectó la sangre de uno de los ladrones y los casquillos de las balas en la escena. Una vez contactado, el FBI notó similitudes con robos hechos a tres casinos durante el día, e hicieron una lista de sospechosos después de uno de los asaltos sucedido el 20 de septiembre.de 1998, en el que dos hombres armados atacaron un casino y robaron trescientos cincuenta mil dólares. Un mes más tarde, un individuo en libertad condicional compró una casa y la registró a nombre de un pariente de su esposa. Las sospechas de los investigadores aumentaron en torno a ellos después de que unos ladrones les dispararon a dos guardias armados frente a un casino en 1999. La policía encontró el auto del ladrón cerca de un motel al lado de un camión abandonado que le pertenecía al suegro de uno de los sospechosos. El 3 de junio del 2000, una cámara de seguridad capturó a los ladrones mientras robaban más de cien mil dólares. Después de que un oficial de libertad confirmó sus sospechas, hicieron los arrestos.

El 12 de febrero de 1997, dos hombres usaron una almádena para entrar en una casa de Camden en Nueva Jersey y uno de los intrusos es herido cuando el propietario les dispara al intentar escapar. Cuando la policía de Camden responde y rastrea a los sospechosos hasta un parque en las cercanías, un oficial recibe un disparo antes de arrestar a uno de los criminales, pero éste al final les da a las autoridades la identidad del tirador, que era su compañero. En dos ocasiones, la policía estuvo vigilando las casas donde creían que se escondía el sospechoso, pero éste seguía eludiéndolos. Poco después, la policía de Camden recibió un dato de que el sujeto estaba planeando robar la sede de la filial de un banco con otras personas, por lo que el FBI mantuvo la vigilancia durante semanas, aunque sin resultados. Entonces, a las diez de la mañana del 19 de julio de 1997, tres hombres con máscaras entraron al banco con rifles de asalto, y después de aterrorizar a los cajeros y a los clientes, los ladrones escaparon con más de sesenta mil dólares. Durante el transcurso del año siguiente, el FBI persiguió a los ladrones y con el tiempo los atrapó, pero solo después de que varios bancos también fueran robados.

Cuando los criminales violentos atacan, el FBI contraataca, empleando cada recurso disponible y de ser necesario, crear otros. Desde la ciencia forense hasta el perfilado criminal, de la inteligencia especializada hasta la persecución de fugitivos a nivel internacional, los agentes del FBI combaten la criminalidad con el arsenal más poderoso: la caja de herramientas de lucha contra el crimen. En este episodio especial de Los archivos del FBI, se celebra la innovación científica, la técnica de investigación, y un instinto de resistencia que hace del FBI la agencia líder en materia de la ley a nivel mundial. Los agentes dedicados en las calles y los científicos de los laboratorios usan sus talentos colectivos para cumplir la misión del Buró de asegurar la justicia para los norteamericanos de las formas más creativas y efectivas posibles.

En los años setenta, el Otpor, un ala violenta de la Resistencia Nacional Croata cometió actos terroristas en contra de los que no apoyaban al movimiento en los Estados Unidos. Con la ayuda de un informante, el FBI pudo aprehender, arrestar y condenar a miembros del grupo por crímenes que comprendían desde conspiración y extorsión hasta asesinato.

En 1994, una serie de robos e invasiones de propiedad tuvieron lugar en el área de Detroit. Los ladrones resultaron ser parte de una banda local apodada “Los invasores de casas”, cuyos crímenes abarcaban fraudes al seguro, robo, y operaciones ilegales de lotería. La Fuerza de Tarea de Crímenes Violentos o (VCTF) abrió una investigación, y con la cooperación de un miembro de la banda que fue atrapado en la escena del crimen, pudieron obtener los nombres, direcciones y números de teléfonos de otros dieciséis miembros del grupo, a quienes por medio de labores de vigilancia, condujeron al Buró a hacer capturas y arrestos. En diciembre de 1995, el FBI pudo acusar a veintiún integrantes de la banda a través de la información recabada en grabaciones, evidencias recolectadas durante registros, ADN, y los testimonios de miembros de la banda que cooperaron. La fuerza de tareas logró con éxito desarticular la banda, y como resultado, esclarecieron más de doscientos crímenes, que incluían asesinatos y violaciones en el área de Detroit.

Esta es la historia de la primera captura del FBI de un terrorista internacional libanés. En junio de 1985, el terrorista y sus cuatro cómplices secuestraron el avión de una aerolínea poco después de despegar de Beirut. A bordo iban ciudadanos norteamericanos, un profesor y su hijo adolescente. El FBI abrió una investigación criminal y trabajó con otras varias agencias del gobierno para formar la operación Goldenrod, una fuerza de tareas encargada de llevar al terrorista a la justicia en 1989.